Solidaridad futbolera desde Fisterra a Guinea
Los jóvenes de Varela defienden la camiseta donada por un club de la Costa da Morte.
Los vecinos de Varela, una pequeña aldea de la región de Cacheu (Guinea-Bisáu), cerca de la frontera con Senegal, viven de la pesca, al igual que ocurre aquí, en Fisterra, a algo más de 5.000 kilómetros. Las condiciones son bien distintas porque mientras los fisterráns han hecho de su mar una industria, los guineanos no tienen hielo, ni luz, ni una carretera en condiciones para vender sus capturas en Sao Domingos, la ciudad más próxima, a 53 kilómetros. Sin embargo ahora, gracias a la idea del guardia civil Juan Luis Tomé Piñeiro, el trabajo de la Ong Miradas al Mundo de Arteixo y la colaboración de la SD Fisterra y Cabo Sport, los jóvenes de estos dos confines tan distantes en el Atlántico defiende la misma camiseta.
Un tortuoso viaje en furgoneta por media África,
sorteando todo tipo de peligros, especialmente la rapiña de muchos
funcionarios de aduanas, ha permitido que el material deportivo regalado
por los fisterráns, junto a las medicinas, las camas y los colchones,
llegasen a una zona del mundo, donde ahora la mayor preocupación es que
no se extienda el temible ébola desde Guinea-Conakry.
Según explica María Martínez Rodríguez, de
Miradas al Mundo, el recibimiento no pudo ser más efusivo «porque
pantalones y camisetas más o menos tienen, pero unas botas de fútbol la
mayoría de los chavales no las han visto en su vida y ya no digamos las
medias, las espinilleras o los guantes de portero». De ahí que hayan
puesto mucho esmero en repartir el material. «Llevamos 11 años
trabajando en la zona y no entregamos las cosas sin ton ni son. Las
utilizamos para premiar el trabajo.
Hablamos con el jefe de la aldea y
sabemos perfectamente quien se las merece más», explica la cooperante de
un colectivo que ha conseguido abrir un jardín de infancia, desarrolla
numerosos proyectos con jóvenes que son vitales en uno de los rincones
más pobres de la tierra y ahora tiene otra aspiración: «Queríamos, a ver
si podemos, llevar un contenedor con bicicletas porque ellos no tienen
ningún medio de transporte y, aunque hay una escuela, cuando llegan a la
etapa del instituto se tienen que desplazar muchos kilómetros. Son
cosas muy sencillas, a las que aquí no le damos importancia pero allí la
tienen y mucha», concluye la voluntaria.
Al margen de todas esas penurias, los chavales de
Dembanje, la vecina Varela y la asociación Rejus, beneficiados esta
vez, también tienen proyectos, alegrías y muchas ilusiones. El fútbol es
una de ellas y lo demostraron nada más recibir sus botas, porque pese
al tremendo aguacero caído, estaban locos por saltar al campo y poder
estrenarlas. «Ademais foi moi curioso porque o outro
equipo tiña unhas equipacións que lles levou outra ONG e que son as do
Barcelona. Xogaron contra eles e gañaron, así que xa podemos dicir que,
polo menos unha vez, o Fisterra venceu ao Barça», bromea Juan
Tomé, que no oculta la satisfacción porque una propuesta solidaria
salida de la gente de su pueblo pueda generar tanta felicidad a miles de
kilómetros.
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