miércoles, 17 de febrero de 2010

TVE "Historias Del Milenio"

Televisión Española estrena el miércoles 17 de Febrero a las 22.00 horas en La2 esta serie documental de 8 capítulos sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, realizada en colaboración con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Televisión Española recorrerá el planeta con la serie “Historias del Milenio” para contar historias concretas vinculadas a los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio, a través de las personas que hacen posible el cambio, aquéllas que sobreviven en los países más desfavorecidos y luchan por sacar adelante a los suyos.
Objetivo 1. Erradicar la pobreza extrema. La familia Mendoza: Juan, Irma y sus 10 hijos sobreviven con menos de 1 euro al día. En Guatemala la pobreza extrema tiene rostro indígena y la familia Mendoza es maya.
Objetivo 2. Educación primaria Universal. Huachipa es un desierto de polvo y arena al este de Lima, Perú. Un polvo que todos los días respira Abel que a sus 14 años trabaja en una ladrillera. Su jornada empieza a las seis de la mañana, por las tardes va a la escuela. En el aula esconde su mano derecha llena de callos y más grande que la de otros niños. Su mano le delata: es un niño trabajador. Abel es buen alumno, le apasionan las matemáticas. Sin apenas tiempo para estudiar se enfrenta al examen final. Necesita aprobar si quiere cambiar su futuro.
Objetivo 3. Igualdad (Camboya). Con solo 10 años Srey Lyn logra vencer el miedo y nos cuenta los abusos que sufrió a manos de su padre. Cuando la historia de su violación corrió de boca en boca sus vecinos la señalaban y sus amigas ya no querían sentarse a su lado en el colegio. Forzada a abandonar Takeo, una pequeña aldea al sur de Camboya, su madre la lleva a un centro de acogida en la capital donde conoce a otras niñas que también han sufrido abusos. Allí le recomiendan que hable para poder olvidar y Srey Lyn decide escribir su historia en un diario. A través de sus páginas descubrimos cómo una niña tan pequeña es capaz de enfrentarse a su pasado para soñar con un futuro.
Objetivo 4. Reducir la mortalidad infantil (Mozambique). En un país que todavía cree en leyendas y cocodrilos gigantes, la educación es básica para evitar que cada año miles de niños mueran por diarrea. Pedro construye la primera letrina de su aldea en Mozambique.
Objetivo 5. Mejorar la salud materna de Nicaragua. Cristina se enfrenta a la maternidad con sólo 17 años. Pronto dará a luz y está aterrorizada.
Objetivo 6. Combatir el VIH/sida en Malawi. Lebiam necesita comprarse unos zapatos para ir a la escuela. En su tiempo libre se va al campo a cazar ratones para venderlos en el mercado y conseguir algún dinero. En la aldea de Lebiam en Malawi hay muchos huérfanos, pero la comunidad se encarga de ellos.
Objetivo 7.  Garantizar el Medio Ambiente. Paraguay. Pedro Caballero es un líder campesino que lucha por una tierra de cultivo para su comunidad, San Pedro. En Paraguay los grandes latifundios de la soja transgénica se han apoderado del 70% de las fincas y han desplazado a los agricultores tradicionales. Pedro se enfrenta a la burocracia para lograr la titularidad de 800 hectáreas donde planea cultivar yerba mate. Su sueño es crear una cooperativa de la que podrán beneficiarse 52 familias empobrecidas. En Paraguay la lucha campesina por la tierra es un combate desigual pero Pedro se mantiene firme, la supervivencia de su comunidad depende de la tierra prometida.
Objetivo 8. Asociación mundial para el desarrollo. Hansala. Ayoub tenía ocho años cuando su hermano se ahogó cruzando el Estrecho a bordo de una patera; 37 personas murieron en las costas de Rota, Cádiz, en una de las mayores tragedias de la inmigración clandestina.

viernes, 5 de febrero de 2010

Y ahora... Todos "DESASTRÓLOGOS"

(Para El Correo) Francisco Rey y Jesús A.
La tragedia que vive Haití tras el potente terremoto del pasado día 13 y las enormes dificultades a las que se está enfrentando la ayuda internacional están teniendo efectos preocupantes en gran parte de los medios de comunicación y de los profesionales periodísticos. Medios que jamás han dedicado una línea o un minuto a Haití, que nunca informaron de la dramática situación que vivía el país desde hace décadas, que no comunicaron, por ejemplo, la retirada del contingente español de MINUSTAH en el año 2006 para enviarlo a Afganistán, que no hablaron de los efectos de las políticas de los organismos financieros internacionales sobre el país, que no se ocupan de las cuestiones humanitarias, devienen hoy en expertos solidarios y pontifican sobre lo que hay que hacer, sobre lo mal que va todo, permitiéndose aconsejar con soberbia a los organismos humanitarios y de cooperación.
Tertulianos que jamás han visto a un pobre, que desconocen totalmente los más elementales conceptos sobre cooperación al desarrollo o acción humanitaria, que no han participado nunca en la respuesta a desastres o situaciones de conflicto, que a renglón seguido pasan a hablar de cualquier trivialidad de los asuntos del corazón, nos sermonean a cada rato sobre la incompetencia de la ONU, las heroicidades de los expatriados, las bondades de los militares estadounidenses.
Ya de paso, se permiten también recomendar que colaboremos con la ONG de algún amigo de ellos, o con un cura de un pueblo, que él/ella conoce, y que es muy caritativo y con el que se garantiza que ``la ayuda llega´´. Algunos, incluso, se atreven a manejar la jerga humanitaria y nos hablan de que ``esto no habría sucedido si les hubiéramos enseñado a.``. No hay en sus palabras ninguna alusión a la brutal colonización, a las crónicas invasiones estadounidenses del país, a las dictaduras de los Duvalier, al controvertido mandato de MINUSTAH. Todo vale, nos dicen otros tertulianos, pues el fin solidario es bueno. En resumen: barra libre para la solidaridad de ``todo a cien´´.
Para quienes dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo al análisis y a la práctica de la acción humanitaria resulta insufrible encontrarse con este tipo de cobertura mediática. Salvo honrosas excepciones, estamos ante un comportamiento oportunista y desinformador que contribuye a dar una visión del desastre, de sus causas y de las dificultades de la respuesta, absolutamente banal, autocomplaciente y descontextualizada.
En demasiados casos nos encontramos ante un reportero que, mientras pasea -ésa parece ser la nueva moda de la información en directo-, nos narra, sin el menor pudor ni filtro ético o profesional, cualquier cosa que se le ocurra, mostrando el sufrimiento del pueblo haitiano y opinando, eso sí, sobre la ayuda que no llega, sobre lo que habría que hacer, sobre casos puntuales que no pasarían de ser anecdóticos y que él o ella convierten en la norma. ¿Mostró ese mismo reportero imágenes similares tras el atentado del 11-M en Madrid? ¿Se paseó, acaso, entre los restos de los cadáveres de los incendios forestales de Guadalajara, mientras trasmitía su crónica? ¿Tal vez vale más una vida humana en nuestro país que en Haití para quien así pretende informar?
Solemos decir en el sector de la cooperación que medios de comunicación y organizaciones humanitarias estamos condenados a entendernos, estableciendo adecuados cauces de relación y sinergias. Así debe ser y así tratamos de hacerlo desde el IECAH, con un sostenido esfuerzo a esa tarea que, en ocasiones, ha tenido buenos resultados.
Por eso, y ante la gravedad de esta crisis y el inadecuado tratamiento que se le está dando, resulta obligado reaccionar. Por favor, no envíen más reporteros a Haití, ni más fotógrafos para hacer la dramática foto que les permita ganar el Pulitzer. Ya tenemos bastante. Expliquen las causas de lo que pasa, consulten con quienes llevan años trabajando en el país, en ayuda humanitaria, en cooperación al desarrollo, en derechos humanos. Y, sobre todo, pregunten a los haitianos, a los líderes de las organizaciones locales, a los investigadores sociales -que los hay y muy buenos-, incluso a los políticos. No traten a todo un país como mera víctima paralizada en espera de ayuda. No recurran solo a las imágenes de caos y rapiña o a los estereotipos de corrupción y violencia. Claro que de eso siempre hay tras un desastre, ¿alguien lo desconocía? Y también heroísmo y entrega. Respetemos, por favor, la dignidad del pueblo haitiano.
Fuente: Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria